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El agro ausente en ADM: ¿pierde peso la agroindustria en la proyección económica y social del gobierno?

  • Foto del escritor: Jorge Alonzo
    Jorge Alonzo
  • hace 4 días
  • 3 Min. de lectura
La ausencia de referencias al sector agroindustrial en el reciente discurso del presidente Yamandú Orsi en el cierre del ciclo 2025 de los Almuerzos de ADM llamó la atención tanto en el plano comunicacional como en las gremiales agropecuarias. Estas esperaban menciones a uno de los mejores años productivos de la ganadería y la agricultura, y a las perspectivas de continuidad de ese crecimiento hacia 2026.
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Esta falta de referencias al sector productivo agropecuario, abre interrogantes sobre el lugar que el agro ocupará en la narrativa oficial y en la estrategia de desarrollo nacional.


En su intervención ante la Asociación de Dirigentes de Marketing, el presidente Orsi puso el acento en la situación fiscal, la pobreza infantil, las dificultades del sistema de salud y la necesidad de fortalecer la educación como “corazón del proyecto país”.


Sin embargo, el silencio sobre el agroindustrial sorprendió a los asistentes y generó comentarios en los ámbitos gremiales, que esperaban un reconocimiento explícito a un sector que atraviesa uno de sus mejores ciclos productivos en décadas.


La ganadería y la agricultura cerraron 2025 con resultados excepcionales, tanto en volumen como en precios internacionales, y las proyecciones para 2026 apuntan a una continuidad de ese crecimiento. Para las gremiales, la falta de mención en un foro empresarial de alto perfil como ADM no solo es llamativa, sino que puede interpretarse como un desplazamiento simbólico del agro en la narrativa oficial.


Riesgos para el agro

La ausencia de referencias al agroindustrial genera la percepción de un desinterés oficial hacia el principal motor exportador del país. En un contexto de bonanza productiva, este silencio puede ser leído como una señal de que el gobierno no coloca al sector en el centro de su estrategia económica.

También se abre un riesgo de desconexión entre la narrativa presidencial y la realidad productiva del interior, donde la agroindustria sostiene empleo, inversión y cohesión territorial. Mientras el discurso se concentra en temas sociales y urbanos, el agro corre el peligro de quedar relegado en la construcción simbólica del “proyecto país”.

Finalmente, existe la posibilidad de una pérdida de protagonismo en la agenda pública frente a sectores de servicios y tecnología, que comienzan a ocupar el espacio discursivo que históricamente perteneció al agro como columna vertebral de la economía nacional.


Oportunidades de reposicionamiento

Al mismo tiempo, este silencio abre un campo fértil para que el agroindustrial reivindique su aporte en divisas, empleo y sostenibilidad, mostrando con datos concretos cómo sostiene la balanza comercial y genera trabajo en todo el territorio.

El sector también puede conectar su producción con los ejes sociales mencionados por Orsi, demostrando que la agroindustria contribuye a la reducción de la pobreza, a la creación de empleo juvenil y al fortalecimiento de la educación técnica en el interior del país.

Asimismo, la coyuntura ofrece la oportunidad de impulsar una narrativa propia de innovación y diversificación, vinculando al agro con biotecnología, energías renovables y trazabilidad digital, elementos que lo posicionan como un actor moderno y competitivo en el escenario internacional.

Por último, la falta de mención en ADM puede ser utilizada como argumento para reforzar la presencia del agro en foros empresariales y mesas de negociación, reclamando el protagonismo que le corresponde en la estrategia de desarrollo nacional y asegurando que su voz esté presente en los espacios donde se define el rumbo económico del país.


Opinión editorial

La ausencia del agro en el discurso presidencial en ADM no es un detalle menor. Refleja una tensión entre la agenda social y urbana que busca instalar el gobierno y la realidad productiva de un país cuya economía sigue dependiendo, en gran medida, de su sector agroindustrial.

Las gremiales agropecuarias, con razones fundadas en sus resultados y proyecciones, se consideran en el centro de la actividad económica y social del Uruguay. Su narrativa y sus acciones se sostienen en hechos concretos: generación de divisas, empleo en el interior, innovación tecnológica y aporte a la cohesión territorial.

En este contexto, el silencio presidencial abre un desafío: ¿cómo se integrará el agro en la construcción del relato nacional hacia 2026?

Para los sectores productivos, la respuesta es clara: el agro no solo exige estar en la agenda, sino que reclama ser reconocido como columna vertebral del desarrollo económico y social del país.

 
 
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